31 de enero de 2009

Entrevista Impersonal

Algún día seremos nosotros, está escrito
pero eso hoy no cuenta en este mundo maldito.
Créenos que no nos importa cómo eres,
y que aparentes hermano, aparentes.
Hoy tanto te miramos, como te ignoramos,
muéstrate, muéstrale tu cadáver al mundo,
porque dan lo mismo los problemas que tengas,
porque hoy tu vida privada nos interesa un rábano.
Hoy simula hermano, simula frente a un espejo.
Y mírate cómo eres, ser triste como nosotros
sin un sentido más que producir, reproducirte,
si no sirves para trabajar, sufrirás produciendo más.
Y no serás tú, mientras sigas sujeto por nuestra verdad
alguna vez en tu triste vida, si te nos unes puedes "ganar".
Porque hoy no nos importa tu vida destrozada
menos que le llores en las noches a la almohada.
Hoy produce hermano, produce.
Y serás, de una vez, no tú sino aquel,
ser un ideal ficticio, es tu eterno deber
no innovar, volver a olvidar, por siempre perecer
no recordar que esto lo vivimos alguna vez
en otra oportunidad.
Te volvimos una y otra vez a mutilar
a separar tu miserable vida, falseando la realidad
pero tú ya moriste, no esperes ya cambiar.
Pues eres perro ignorado, humano ignorado
y fuiste hace mucho rato olvidado.
Créenos, hace tiempo que seguirás siendo otro.

30 de enero de 2009

Sujeto de recuerdos

Cuando la nostalgia me supera.
Mi vida, todavía pienso en ti.
Pienso en lo que pudo haber sido
si la historia fuera de distinta manera,
si jugara el destino a nuestro favor.
Algunos cuantos cuentos olvidados,
y un par de tristes canciones de amor
así como pasa el tiempo,
nos separan uno por uno los recuerdos
pensando en lo que pudo haber sido,
si la vida tuviera
y no dejara, a ratos de parecer sin sentido.
Te escribiría y te recordaría hoy,
como el fin y el principio
de un poema espontáneo,
uno de aquellos sin intención.
Un escrito abundante de penas,
carente de olvido, aun
mientras no me dé la historia la razón.

17 de enero de 2009

La pasajera hostil

Su arrugada cara delimita los senderos por el que algunas gotas de sudor pasean en verano.
Apenas termina el sonido metálico de las puertas recién abiertas, esta señora comienza su carrera, arrasando con todo lo que se topa. En seis segundos empuja a un joven, pisa a una embarazada y golpea a otro despreciable ser, durante la improvisada batalla utiliza su cartera como escudo y su bastón como espada.
Su oxidado pelo blanco tiende a ir hacia tras con la estrepitosa carrera, sus rechonchas piernas rebotan y se alejan una por una del suelo como un pavo de navidad escapando del cocinero de un prestigioso restauran. Los varices parece como si fueran a estallar con cada paso, con cada segundo durante su correr y caminar. En aquellos seis metros hace un esfuerzo como ningún otro y, de un momento a otro, se convierte en una atleta, haciendo un esfuerzo físico superior al que ha hecho en toda su miserable vida. Por un instante compite como ninguno, la desgraciada mujer.
Recorre seis metros, seis pasos y en seis segundo se sienta, haciendo reposar de una vez sus celulíticos glúteos. El ruido de la maquinaria, que delata la clausura de las puertas tras su cabeza, oculta un leve suspiro.
Esta, es una señora que a simple vista parece nunca demostrar emoción. Sin embargo, si miran con atención cuando va sentada en algún vagón del metro, algunas veces se puede observar en la comisura de un costado de su boca, dentro del mar de arrugas un leve vibrar. Es la eterna señal de satisfacción.

13 de enero de 2009





8 de enero de 2009

Despedida

Ahora no nos miramos, pero nos sentimos y te huelo.
Siento el dulce sonido de tu voz, un sólo ruido.
Mis ojos empapados de lágrimas te opacan, y
no te miro por un momento, pero te abrazo,
y nuestras cabezas se apoyan en la eternidad.
Siento tu aroma por última vez y lentamente inspiro.
Quisera que este no fuera un momento de respiro,
que un mundo justo viniera, en este instante,
que de una vez, se detuviera el tiempo y el dolor.
Me despido hoy pues mañana no seré el mismo.
Y yo muy apenado, este ser sincero,
en la eternidad de un despido.
A partir de hoy, por siempre te espero.

6 de enero de 2009

El intercambio y la locomotora de la vida

He escrito en reiteradas ocasiones sobre el intercambio estudiantil, pero, tomando en cuenta el hecho de que yo, tal vez (como muchos), aun no haya superado mi propia experiencia intercultural, nunca están demás algunas palabras...
Ayudando a hacer la maleta de una amiga pensaba. -El intercambio estudiantil, como tal, es una experiencia tan fuerte, que sólo es soportable una vez en la vida.
El hecho estrechar lazos con gente distinta a ti puede ser duradero, pero si esto se combina con la costumbre de un año, de estar cerca de otra familia, con otro colegio y otros amigos, se configura una experiencia muy fuerte que te determina por el resto de tu vida. Esto es el intercambio cultural, donde el tiempo, las costumbres y las relaciones sociales, quedan plasmadas en ti para siempre.
El intercambio se vive sólo una vez, en el momento y el lugar preciso, como un flechazo de cupido. Una decisión arriesgada que sólo surge a partir de la inconformidad; pero no precisamente por la inconformidad con el medio, menos por un país en particular, sino más bien con el vacío que uno encuentra en uno mismo. Algo que puede ser traducido simplemente como curiosidad, delata que hay un mundo por descubrir tras la pared que te aísla y las sábanas que te cobijan.
Esta experiencia no es repetible por nada del mundo, nunca nada volverá a ser como antes pues después del intercambio, a pesar de que vuelvas al lugar, haciendo lo que hagas, tú y el resto ya no son los mismos, y toda decisión que tomes de ahora en adelante, dependerá de las experiencias pasadas que recorren tu vida a la velocidad una locomotora. Esto es precisamente lo romántico del tiempo, que transcurre como un tren, por un camino infinito, donde todo paisaje tiene un término, un fin...
No me gustaría que pensaran que el artículo está hecho con fines comerciales ni propagandísticos. Pero sin duda es un llamado oficial de mi parte para promocionar las experiencias ricas, que si vas por un camino, todos los días intentes un nuevo recorrido, conociendo nuevos lugares, observando a la gente reflejada en ellos.
A partir de mi intercambio yo le declaro la guerra a la cotidianidad...
Las relaciones humanas se viven sólo cuando tú te fijes que, en cada detalle de la realidad, se refleja una persona como un grano de arena imprescindible para que la playa se vea hermosa. Tanto en la naturaleza, como en la calle y aceras, en las casas y en la sociedad hay una persona que depende de ti, casi tanto como tú de él. No somo seres humanos mientras no seamos reconocidos por el resto como tales.
Yo no soy el mismo después del intercambio, pero no precisamente porque piense así; tampoco sería cierto decir que todos las personas hayan vivido y vivan el intercambio son como yo. Más bien por el hecho de que sin el intercambio no sería un hombre que vive el día a día disfrutándolo, siendo un poco más feliz curioseando, interesado por el resto, más tolerante, pero por sobre todo, siendo más abierto para enfrentar nuevas aventuras fuera de la locomotora de la vida, observando qué me trae de nuevo el día a día, con una persona nueva por descubrir, con otro ser que determine un poco más mi vida.
El ser humano se desarrolla como tal, considerándose como creador de su entorno, delatando desconformidad consigo mismo, observando, y haciéndose partícipe las relaciones sociales, encontrando en él mismo defectos solucionables por el resto.
Sólo espero, mis amigos, que disfruten sus vidas, que sean felices, pero no unos falsos felices solitarios y encerrados, sino más bien que abiertos al mundo. Demuestren excitación por la diferencia a partir de lo que nos hace humanos desconformes, curiosos y revolucionarios. No se enamoren de nada, porque cambiamos junto con el paisaje, así como cambia constantemente el objetivo de una locomotora sin rumbo fijo ni destino.
Daniel Salgado

5 de enero de 2009

Faldas

Delante del bar donde te veo pasar se siente un perfume
y el viento sopla como silbidos que delatan tu pasear.
Tu falda preciosa, juega con la brisa y cuando te miro
creo que tu me ves, exagerando el caminar.
Sólo intuyo que bajo esas florecillas se menean dos pecados,
dos historias y dos o más hombres ocultos de la luz del día.
Con un seductor giro de caderas doblas en la esquina,
y aunque el viento sople y baile hasta el infinito contigo,
rechinan las tuercas y el sol sale nuevamente.
Yo vuelvo como siempre a mis andanzas, aunque a ratos imagino
que equivocarás el camino, y que por acá, por esta posilga,
tu vuelves a pasar.

Recuerdos de un día rubio

Un día como cualquier día recuerdo aquel día.
La vida y la muerte juntas como nosotros,
aquella tarde, en ese bar durante la comida.
Me pregunto inútilmente dónde estarás,
si es que en la eternidad de tus pensamientos
aun estamos juntos, mi vida.
Polos opuestos, realidad soluble, falsa noción de compañía.
Cada noche me muero un poco más,
y renazco un poco más triste cada día.
Rubia qué haces acá,
Rubia deslízate serena bajo mis pensamientos,
como aquella noche,
como la cerveza en este vaso de cristal,
descansa y duerme tranquila, yo
tranquilo estaré un día como cualquier día.
Y no te miento cuando digo, te espero acá sentado,
y que todavía en aquel bar pienso en otra realidad.
Pienso que aun estoy contigo mi deidad.
tomo la cerveza rubia e imagino,
te bebo lentamente hasta el final.