31 de mayo de 2010

Laura

Sabes cómo me gusta fumar un cigarrillo en silencio luego de hacer el amor...
Las sábanas se enfrían rápido, casi a modo de protesta como si clamaran repetición, si éstas tuvieran rostro me las imaginaría muchas veces tristes, pareciera como si disfrutaran tanto como nosotros el calor de la fricción cuando tenemos sexo. Creo que la habitación esta pasada a ese narcótico perfume de aquella vieja canción, de hecho, imagino como una neblina el denso olor a semen y sudor, y como éste se desplaza lentamente por el dormitorio hasta esos fríos cuadros que quedan a los pies de la cama.
Me muevo un poco y mi torso aun sudado siente una suave brisa, por mi parte ya no siento más frío, al voltearme encuentro la mejor contemplación, la perfecta imagen de tu silueta y tu trasero oculto detrás de esas finas sábanas me estremecen antes de erguirme definitivamente para continuar.
Para acercarme al velador, siempre me levanto y camino hacia el lado izquierdo de la cama, ahí saco un cigarrillo de los que guardo dentro del cajón, entonces me siento a fumar tranquilo en la orilla del colchón mientras miro esa antigua pared blanca.
Antes de exhalar el humo del tabaco por quinta vez, de improviso ocurre algo que me vuelve loco, vos me sorprendes de nuevo y me comienzas a recitar algo en otro idioma, no sé si de verdad o de mentira, me hablas como si leyeras un poema.
Yo en tanto, antes de mirarte y enamorarme de manera definitiva de la situación, hecho un vistazo hacia la biblioteca probando suerte a ver si hallo el libro que falta, algún libro clásico de literatura o poesía. Pero ya es demasiado tarde, no hace falta encontrarlo, tu dulce voz me seduce y sentir el aroma de tu cuerpo después del sexo tan cerca me excita.
Antes de que mi vista se pierda por completo en un sueño infinito provocado por la inspiración, me doy vuelta y te encuentro semiacostada con tus par de hermosos pechos afuera, te ves más linda que nunca sosteniendo sobre tus rodillas un libro, no sé si es de alguno de los rusos, no sé si es de verdad Tolstoi, no sé más nada de nada, yo ya sólo miro cómo tus preciosos ojos negros se posan sobre esas irrepetibles letras.
Es ahí cuando no aguanto más y dejo la mitad del cigarrillo restante a su suerte reposando sobre el cenicero, me da exactamente igual que éste se consuma por sí mismo, mi nuevo objetivo es desplazarme sobre la cama y acercarme en gatas hacia ti.
De improviso te sorprendo, te miro primero de frente a dos centímetros del rostro y luego te doy un enorme beso con los labios bien abiertos, que alargo lo suficiente para que sientas el sabor del Marlboro hasta el final de tu boca. A pesar de que no te gusta, me respondes siempre ese beso apasionada como ninguna otra.
Bajo esa dinámica volvemos a hacer el amor una y otra vez, hasta que el cenicero del velador colapsa de cigarrillos consumidos a medias.

27 de mayo de 2010

En Estos Díaz

En estos días,
todo el viento del mundo sopla en tu dirección.
La osa mayor corrige la punta de su cola
y te corona
con la estrella que guía,
la mía.

Los mares se han torcido
con no poco dolor hacia tus costas.
La lluvia dibuja en tu cabeza
la sed de millones de árboles.
Las flores te maldicen muriendo,
celosas.

En estos días
no sale el sol,
sino tu rostro.
Y en el silencio,
sordo del tiempo,
gritan tus ojos.

¡Ay! de estos días terribles,
¡ay! de lo indescriptible.

En estos días
no hay absolución posible para el hombre,
para el feroz, la fiera
que ruge y canta ciega:
ese animal remoto
que devora y devora
primaveras.

En estos días
no sale el sol,
sino tu rostro.
Y en el silencio,
sordo del tiempo,
gritan tus ojos.

¡Ay! de estos días terribles,
¡ay! del nombre que lleven,
¡ay! de cuanto se marche,
¡ay! de cuanto se quede.

¡Ay! de todas las cosas
que hinchan este segundo.
¡Ay! de estos días terribles,
asesinos del mundo.

(1977)

Silvio Rodriguez


23 de mayo de 2010

Táctica y Estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo
ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo
ni sé
con qué pretexto
por fin
me necesites.

Mario Benedetti

Alturas de Macchu Picchu

II

Si la flor a la flor entrega el alto germen
y la roca mantiene su flor diseminada
en su golpeado traje de diamante y arena,
el hombre arruga el pétalo de la luz que recoge
en los determinados manantiales marinos
y taladra el metal palpitante en sus manos.
Y pronto, entre la ropa y el humo, sobre la mesa hundida,
como una barajada cantidad, queda el alma:
cuarzo y desvelo, lágrimas en el océano
como estanques de frío: pero aún
mátala y agonízala con papel y con odio,
sumérgela en la alfombra cotidiana, desgárrala
entre las vestiduras hostiles del alambre.

No: por los corredores, aire, mar o caminos,
quién guarda sin puñal (como las encarnadas
amapolas) su sangre? La cólera ha extenuado
la triste mercancía del vendedor de seres,
y, mientras en la altura del ciruelo, el rocío
desde mil años deja su carta transparente
sobre la misma rama que lo espera, oh corazón, oh frente triturada
entre las cavidades del otoño.
Cuántas veces en las calles del invierno de una ciudad o en
un autobús o un barco en el crepúsculo, o en la soledad
más espesa, la de la noche de fiesta, bajo el sonido
de sombras y campanas, en la misma gruta del placer humano,
me quise detener a buscar la eterna veta insondable
que antes toqué en la piedra o en el relámpago que el beso desprendía.

(Lo que en el cereal como una historia amarilla
de pequeños pechos preñados va repitiendo un número
que sin cesar es ternura en las capas germinales,
y que, idéntica siempre, se desgrana en marfil
y lo que en el agua es patria transparente, campana
desde la nieve aislada hasta las olas sangrientas.)

No pude asir sino un racimo de rostros o de máscaras
precipitadas, como anillos de oro vacío,
como ropas dispersas hijas de un otoño rabioso
que hiciera temblar el miserable árbol de las razas asustadas.

No tuve sitio donde descansar la mano
y que, corriente como agua de manantial encadenado,
o firme como grumo de antracita o cristal,
hubiera devuelto el calor o el frío de mi mano extendida.
Qué era el hombre? En qué parte de su conversación abierta
entre los almacenes de los silbidos, en cuál de sus movimientos metálicos
vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?

Pablo Neruda

20 de mayo de 2010

Dialéctica

Comienza la primavera y entre las hojas de una rama sale un bulbo y dentro de él, emerge un pequeño capullo, pasan los días y del capullo sale una pequeña flor. Mientras la flor aparece y extiende sus hermosos pétalos niega fervientemente al capullo, a quien esconde y rechaza, la misma flor en la medida que avanza provoca que este se pudra, se seque y se caiga. Pero cuando esto finalmente sucede, y el capullo sale del mapa, la flor cobra todavía más vida, y se alza en todo su esplendor. La flor es también producto del tiempo, y su imponente belleza es sólo la confianza de que los momentos avanzan, y no se detienen jamás. La flor es consciente de que tarde o temprano esto terminará. (pero afortunadamente la flor no piensa jamás en el capullo de antes, ni en el fruto que le precederá)
Creo que para bien o para mal, de uno o de ambos, nada volverá a ser como antes, y las cosas nunca volverán atrás.

Daniel Salgado Núñez.

19 de mayo de 2010

Poder


Voy a ser tan grande como el más colosal de los titantes
y seré tan imponente como el más invensible leviatán
tendré tanto poder como el más absoluto de los reyes.

Yo seré tan fuerte que nunca notaréis debilidad,
y no os daréis cuenta qué patrones siguen mis leyes
no sabréis cuán delicadas son mis paredes,
ni conoceréis la importancia de mi fragilidad.

No notaréis jamás relativismo en mis palabras,
y no os esforcéis vosotros en ponerle fecha a mi muerte,
pues no habrá dilemas en el fenómeno de mito y el ritual.

La aun producción y reproducción de mi actividad
es la tradición de vivir bajo la sombra de un castillo,
una construcción diabólica de la otra edad.

Permaneceré entonces aquí junto a vosotros, marginándolos
ordenándolos según desprecio, miedo e inseguridad.

Atentamente,
vuestro Príncipe

10 de mayo de 2010

Negra Presuntuosa

Algo de mí se ha perdido
entre tu casa y mi casa,
será el calor que no abraza,
no es de gozo, no es de ira,
como tampoco es mentira
que algo de ti se ha escondido
entre tu talle y mi alma.

Será tal vez la esperanza
o el cariño adormecido.
Yo sabré reír,
yo sabré llorar,
yo sabré entregarte mi cariño,

Negra,
negra que te quiero,
goza negra presuntuosa,
mira que me estoy muriendo,
dame vida de tu boca,
boca que me está pisando
los talones de la libertad.

Negra,
negra que te quiero,
goza negra presuntuosa,
mira que me estoy muriendo,
dame vida de tu boca,
de tu vida,
de tu boca negra,
negra,
negra que te quiero,
que te adoro,
que te quiero negra,
mira que me estoy muriendo,
dame vida de tu boca,
de tu vida
de tu boca negra,
negra,
negra que te quiero.

Inti Illimani