29 de noviembre de 2008

Oda a la Crítica

Yo escribí cinco versos: uno verde,
otro era un pan redondo,
el tercero una casa levantándose,
el cuarto era un anillo,
el quinto verso era
corto como un relámpago
y al escribirlo
me dejó en la razón su quemadura.

Y bien, los hombres, las mujeres,
vinieron y tomaron
la sencilla materia,
brizna, viento, fulgor, barro, madera
y con tan poca cosa
construyeron
paredes, pisos, sueños,
En una línea de mi poesía
secaron ropa al viento.
Comieron mis palabras,
las guardaron
junto a la cabecera,
vivieron con un verso,
con la luz que salió de mi costado.
Entonces, llegó un crítico mudo
y otro lleno de lenguas,
y otros, otros llegaron
ciegos o llenos de ojos,
elegantes algunos
como claveles con zapatos rojos,
otros estrictamente
vestidos de cadáveres,
algunos partidarios
del rey y su elevada monarquía,
otros se habían
enredado en la frente
de Marx y pataleaban en su barba,
otros eran ingleses,
y entre todos se lanzaron
con dientes y cuchillos,
con diccionarios y
otras armas negras,
con citas respetables,
se lanzaron
a distupar mi pobre poesía
a las sencillas gentes
que la amaban:
y la hicieron embudos,
la enrollaron,
la sujetaron con cien alfileres,
la cubrieron con polvo de esqueleto,
la llenaron de tinta,
la escupieron con suave
benignidad de gatos,
la destinaron a envolver relojes,
la protegieron y la condenaron,
le arrimaron petróleo,
le dedicaron húmedos tratados,
la cocieron con leche,
le agregaron pequeñas piedrecitas,
fueron borrándole vocales,
fueron matándole
sílabas y suspiros,
la arrugaron e hicieron
un pequeño paquete
que destinaron cuidadosamente
a sus desvanes, a sus cementerios,
luego se retiraron uno a uno
enfurecidos hasta la locura.
Porque no fui bastante
popular para ellos
o impregnados de
dulce menosprecio
por mi ordinaria falta de tinieblas,
se retiraron todos y entonces,
otra vez, junto a mi poesía
volvieron a vivir
mujeres y hombres,
de hicieron fuego,
construyeron casas,
comieron pan,
se repartieron la luz
y en el amor unieron relámpago y anillo.
Y ahora, perdonadme, señores,
que interrumpa este cuento
que les estoy contando
y me vaya a vivir
para siempre
con la gente sencilla.

Pablo Neruda

18 de noviembre de 2008

Poema Angustia

Yo no vengo esta noche para vencer tu cuerpo,
en el que están los pecados de un pueblo ni para,
en tu impuro cabello, alzar tormenta
bajo el fastidio incurable que destilan mis besos.
Pido a tu lecho el pesado sueño sin fantasmas
deslizándose a través de las cortinas ignoradas del remordimiento,
que tú puedes saborear después de tus negras mentiras.
Tú que sobre la nada sabes más que los muertos.
Pues el vicio, royendo mi nativa nobleza,
me ha marcado, como a ti, con el sello de la esterilidad;
mas en tanto que tu seno de piedra lo habita
un corazón que la garra de ningún crimen hiere,
yo huyo, pálido, deshecho, obsesionado por mi sudario,
temiendo morir cuando duermo solo.


Stéphan Mallarmé

17 de noviembre de 2008

13 de noviembre de 2008

El Paradigma del Amor

Existe una antigua teoría epistemológica. Un señor llamado Thomas Kuhn señaló alguna vez que existen los llamados paradigmas científicos. Estos paradigmas envuelven nuestra cultura de modo tan absoluto que, la mayoría de las veces no nos percatamos de su poderosa presencia, de esta manera, constantemente la sociedad considera a las ideas que de ellos emanan como verdades sabidas.
Según Kuhn, en el momento en que se destruye un paradigma, y se reemplaza por uno nuevo, la sociedad entra en crisis y, existen cambios tan radicales que se desatan las llamadas revoluciones.
Yo creo que, para mucha gente el amor es así, y funciona precisamente bajo los parámetros de esta teoría. Cuando una persona se enamora perdidamente de alguien, se envuelve en algo así como un paradigma; piensa reiteradamente en ese alguien, se acostumbra a su rostro, la imagina con ciertas canciones y la ve reiteradamente en sueños. De un modo u otro, la forma de ser del enamorado se acomoda a tal punto, que no existen otros elementos que le perturben, más que los que explícitamente salgan de su amada. Las personas enamoradas - las realmente enamoradas - ni siquiera tienen la oportunidad de mirar hacia el lado, no pueden. Ellas sienten que ven al mundo en su pareja y creen seguir descubriendo cosas, mientras tan sólo están focalizados en continuar conociendo a su amada. Se puede decir que los enamorados a la larga, al igual que en un paradigma, perciben todo únicamente a partir de lo cual aman.
Es entre patético y lamentable, saber que una vez que estas personas se desenamoran, enloquecen, y esto llega a tal punto que pueden hasta morir o, en el mejor de los casos, cambiar su personalidad por completo. Tan radicales son este tipo de revoluciones - a ojos míos, paradigmáticas - que, al igual que en la teoría de Kuhn, la cual señala que los cambios de paradigma nos se viven más que un par de veces por siglo, las personas, no están preparadas para vivir este tipo de revoluciones más que sólo un par de veces en sus vidas.
Bueno... yo ya las he vivido como unas tres veces, y sólo durante este año. Tal ves por eso soy así...
Hace algunos años, surgió una nueva teoría llamada Anarquismo Epistemológico a manos del destacado Paul Feyerabend. En ésta él se postula que, las grandes teorías científicas aparecen habitualmente por postulados prácticamente lanzados al azar. Y que, las ideas carentes de método son igual de válidas para al desarrollo de la ciencia que aquellas cuidadosamente elaboradas. Esta hermosa teoría se basa en que, las probabilidades son siempre probabilidades y que en el mundo no existen las llamadas certezas absolutas...
De manera personal, valido mucho más esta última teoría. Incluso, me considero un seguidor de su doctrina.

Por lo menos en lo que queda del año, ya no me rijo bajo el obsoleto paradigma del corazón...
Siempre tuyo, yo

9 de noviembre de 2008

Oda a La Belleza

Oda a ti otra vez, princesa.
Tú dormir no dejas, aun eres mi ilusión.
Te estimo, me provocas, te imagino
y te luces adorable, musa del destino
perfecta eres, y hoy por ti escribo,
en letras, tú siempre eres conmigo
y tú siempre eres mi amor,
tú eres ídola, Venus del corazón,
y te espero acá hoy sentado,
a que vuelvas y se vaya el dolor.
Pues no puedo estar más sin tu calor,
hermosa, hoy princesa aparece,
por siempre alivia de mi herida el ardor,
que no puedo más sin tu presencia,
que, belleza sabes, por tu ausencia
me acerco a la desesperación.
Y hoy me muero por siempre
y hoy muero por tu resurrección.
Te soñaré por siempre, princesa.
Oh! ídola Venus de mi corazón...