10 de diciembre de 2008

Cuando el sentido de la muerte es la revolución

Moriste revolucionario, humano sensible, ser solitario,
frente a tu mirada el mundo resultaba hostil, adverso,
ahí pues, sentido lograba tu lucha, tal y como un verso.

Para ti revolucionario, la vida era casi hermosa
a pesar de una vida intensa, casi insoportable,
donde la muerte existe, casi por gracia y satisfacción.
La importancia de tu muerte es el tiempo de descanso,
como el sentido del término de una lucha es la razón,
el comienzo de tu camino forjado fue sólo convicción.

El conformismo no es más que la pérdida de sentido,
y como un revolucionario bien lo sabe, durante la lucha
la vida siempre gana sentido en la acción.
Para ti hombre, la lucha no terminaba con la vida,
el saber concluía que sólo es vida la revolución.

El revolucionario es tan sólo un hombre sin olvido,
que por esencia sabe de la muerte como un alivio
y que lucha de la vida es adversa como el dolor.

Gracias a la muerte la vida hoy gana sentido, pero
dime hombre revolucionario, eterno perdedor
¿En qué momento de la derrota eterna, salimos?
¿Y en qué momento esta larga tortura se termina?
Y vivos, aun calientes se nos entierra,
preguntándonos si todo ha valido la pena.

Quiero saber si la derrota es en verdad derrota,
si es que uno al final siente que se hizo más fuerte,
si uno sabe, los buenos momentos siempre vuelven.
El revolucionario es vida que venció a la muerte,
a una realidad reincidente, a un estatus inerte...

En Calle Santa Fe, se oyeron balazos estridentes...
Y todos andamos con un revólver desde tu fin,
y todos seguimos luchando, compañero presente,
y créeme que a casi todos nos matan como a ti...

En memoria de Miguel Enríquez (1944-1974)

Daniel Salgado N.

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