A partir de aquel entonces, a la hora de almuerzo siempre se abre el mar y salta un congrio a su caldillo delicioso, y mientras el poeta aun come el pan, en la calle alguna tímida crítica en forma de oda, se muestra igual que siempre, como un breve aliento.
Y cuando por la ventana se asoma en forma de luz el verso, como un ave vuela la crítica junto a su orgulloso poeta. El hombre aventurero entonces, compone todas sus odas y el mundo sonríe.
El mismo hombre finalmente se hace hombre y el poeta poeta, y la poesía misma lo conduce al llanto, a la alegría terrena.
Y todos los días desde aquel primer día, el hombre poeta observa desde el cielo, y crea en una elemental tierra, penas amarguras sonrientes para siempre.
En memoria de Pablo Neruda
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