8 de septiembre de 2009

Resistencia

Imagina que estando en el infierno, una roca gigante te aplastara mientras subes el monte del olimpo. O que una enorme serpiente te engullera cuando nadas en el mar del olvido. Eso es cuando una ideología, un padre, o un dios, te somete al principio de autoridad. Cuando una cadena de ideas ata una por una las extremidades de tu mente.
Por el simple acto de mantenerte en pié, reflejarías para el resto una persistente imagen de guerra sin paz, de aunténtica lucha y arte, de un permanecer siendo y no estar. Pero nuevamente la historia nos aplasta como una avalancha, y un corazón agerrido se ancla a las tierras de su infierno queriendo que las cosas permanecieran siempre igual.
Luego de la avalancha, la roca y la serpiente vienen de nuevo, mayores y más fuertes, con la incipiente intención de aplastar y engullir. Pero el hombre lleva ya mucho tiempo sometido a esta maldición, ya es uno con la tierra, por más que se intente no perecerá.

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