25 de abril de 2008

Las Cosas que se Viven

¿No les ha pasado que les resulta algunas veces difícil transmitir con palabras una experiencia vivida. Y hay veces en que se sienten incomprendidos?

Me pasa siempre cuando vivo una experiencia que marca mi vida. Una vivencia que con el tiempo no puedo interpretar con palabras, no puedo decir siquiera lo que me pasa ni menos lo que estoy sintiendo. Esto se explica, algunas veces, cuando el hombre reacciona ante lo ajeno. Ante lo lejano y diferente…

¿Pero cómo te puede pasar eso a ti?... A ti joven, cuando sientes que nada deberías sentir distante.

A pesar de que nosotros los jóvenes estemos habituados, a la pequeña burbuja de nuestras vidas. No es comparable lo explícito con lo implícito, ni una mirada superficial a la vivencia del contenido. No es lo mismo turistear a vivir una cultura, ni tampoco es lo mismo ver a sentir lo que es la pobreza… Jamás, nunca nosotros vamos a sentir el hambre ni la necesidad del que verdaderamente no tiene. Pero si, nos podemos acercar a tomarle un peso, un poco más profundo, a las cosas que nos pasan para conformar aquel sentido de pertenencia que agobia el fracaso. El hecho de vivir las experiencias a fondo hace crecer el espíritu.

Para disfrutar mejor las personas que pasan por tu vida, hay que flexibilizarse un poquito, y a acostumbrarse a las caídas desde lo alto. Uno se puede acercar, pero nunca poseer la absoluta verdad.

Así fue mi intercambio y así, fue la experiencia de trabajar en Los Maitenes.

Acá uno se percata que las diferencias sociales no son muy distintas a las diferencias culturales, a pesar de que la desigualdad se tiende a dar en un contexto de país. Dadas las diferencias sociales, los países como Chile son lugares donde lamentablemente el esfuerzo no siempre es bien pagado, el estado no siempre es bien administrado, así como tampoco la educación es bien recibida, ni el trabajo bien remunerado… es injusto saber, que en el fondo, no se elige el lugar donde nacer, ni el número de fracasos al que te debes someter.

Así como los fracasos inevitablemente nos forjan, las vivencias extremas también deben tener alguna repercusión en nuestras vidas. Nosotros somos el fiel reflejo de las personas que configuran las experiencias culturales que realmente valen, vivencias que nos permiten reconocernos en el ser distinto. Por eso, tal vez, dicen que nunca nadie vuelve a ser el mismo luego del intercambio.

Para terminar el llamado es a recordar... porque a pesar de las vivencias impactantes y todo, la memoria es frágil. No olvidemos que siempre hay alguien que sufre muy cerca de nosotros, y que alguna vez una vida X pasó a ser una X en el alfabeto de tu vida.

Daniel Salgado - Los Maitenes 2008

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