18 de noviembre de 2009

Carta abierta

Hoy terminé mal, hoy quedé muy abajo después de verte.
La verdad es que no sé qué siento por ti, pero sé muy bien lo que no siento hacia ti, indiferencia.
Si hay algo que no quiero, es verte infeliz.
No me importa si no me miras, no me importa si no me diriges palabra. Incluso estoy dispuesto a no verte ni escucharte más si por un momento me concedieras la certeza de que aprecias el ahora, que tienes lo que quieres y valoras. Me harías muy pleno si antes de despedirme te viera por última vez sonreír.
No hay nada que quiera en este momento más que verte feliz.
A pesar de que no te conozco bien y quizás nunca lo haré, creo que la parte que comprendo tuya, es algo así como la diferencia entre lo que desconozco de ti y lo que conozco finalmente de mí que veo reflejado en ti. Bien por eso, te quiero, y si tú sientes algo parecido, no nos deberíamos obligar a permanecer a toda costa junto al otro.
Me queda un mes en Argentina, y antes de irme de vacaciones a mi país, quiero que tú me ayudes a equilibrar la balanza emocional que llevo como un pesado metal dentro mío.
Por favor dime qué puedo hacer para que tu tristeza no me parta el alma.

Daniel

0 comentarios:

Publicar un comentario