14 de noviembre de 2009

Cuello

Cuando amarras tu claro cabello,
y dejas desnudo tu cuello.
Tu ya entonces tersa piel
adquiere todavía un tono más suave.
Y me das pistas como muestras fugaces
de alguna llanura de tu infinito paraíso.
Cuando sostienes esos risos sobre tu cuello descubierto,
quisiera ser yo un andariego, un aventurero
para aventurarme en esas tierras de tu reino de fuego.
Ahí comenzar mi viaje
atravesar tus fríos montes,
perderme incluso en tus bosques,
volver a respirar en tu cuello.

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